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Estrategia de investigación

Las preguntas de investigación centrales se consignan enseguida:           (a) ¿Cuál es la funcionalidad que los visitantes de un portafolio electrónico                docente atribuyen a éste dentro del ámbito académico? (a)   ¿Qué tipo de respuestas emocionales e intelectuales activa el portafolio entre quienes lo revisan? (b)   ¿Cómo se valoran diferencialmente los distintos componentes, secciones y elementos del portafolio digital? (c)   ¿Cómo se valora el globalmente el propio portafolio desde la perspectiva crítica de quienes comparecen al sitio en que se encuentra alojado? (d)   ¿Cuáles son las posibles áreas de mejora percibidas para este instrumento entre docentes y estudiantes? Se ha destacado desde la introducción la necesidad de llevar a cabo evaluaciones rigurosas y sistemáticas en torno a los portafolios docentes, analógicos o electrónicos, sea con carácter netamente aplicado o, más aún,

Propuesta pedagógica

Concebimos nuestro portafolio docente como esencialmente formativo, lo que equivale a decir orientado a la innovación y la mejora, de carácter gradualista y evolutivo, promotor del aprendizaje y el desarrollo docentes, facilitador de una reflexión crítica e ilustrada sobre nuestro trabajo, detonador por igual de procesos metacognitivos y de toma de conciencia emocional (Heath, 2004).  Desde el punto de vista pedagógico, consideramos que los componentes incluidos son todos ellos pertinentes y reveladores. Con algunas variaciones suelen aparecer en portafolios semejantes y dan cuenta del docente en tanto ser humano, ser social, ser profesional, ser institucional y ser enseñante (Cervera, 2006).  Pero son claramente dominantes los contenidos de corte académico y no se quiere perder de vista que la intención central de un portafolio como éste es la de propiciar una reflexión permanente en quien lo gesta y lo gestiona.  Atendiendo a una dimensión tecnológica,

Marco teórico

Barberà y de Martín (2009) aseguran que el concepto de portafolio proviene de las artes plásticas. En ellas, desde hace mucho tiempo los artistas seleccionan muestras de sus mejores obras.  La idea se ha irradiado a otros terrenos disciplinarios y profesionales. Fue Shulman (1999) quien a mediados de la década 1980-1990 desarrolló sus connotaciones más reconocibles dentro del ámbito de la formación y la evaluación docentes, teorizándole e intentando una sistematización desde el punto de vista metodológico que ha desembocado en la concepción contemporánea de este importante instrumento.  En su versión clásica o tradicional, los portafolios se han conformado de documentos o producciones materiales que se respaldan y se comparten en un soporte físico. Sin embargo, desde hace algunos años se hace cada vez más frecuente una conformación digital, como evidente respuesta a la generalización de las nuev

Planteamiento del problema

Dentro de los círculos escolares y del saber pedagógico especializado, hablar de portafolios académicos resulta hoy en día inevitable. Se han convertido en tema recurrente pues se aduce que son muy útiles para promover el aprendizaje y mejorar la enseñanza.  En el caso particular de los portafolios desarrollados por los profesores, se piensa que pueden contribuir a la facilitación de procesos reflexivos y perfeccionantes aunque no disponemos todavía de evidencias categóricas sobre cómo y en qué medida consiguen dichas finalidades.  El problema es todavía mayor cuando nos referimos a una modalidad relativamente novedosa: la de los portafolios electrónicos, en que el apoyo de las nuevas tecnologías permite una expansión sustancial de las funcionalidades y los alcances que atribuimos normalmente a estos instrumentos. Creemos que representan una opción prometedora desde el punto de vista tanto técnico como pedagógico, pero sabemos menos sobre ellos y disponemos de pa