Marco teórico
Barberà y de Martín (2009) aseguran que el concepto de portafolio proviene de las
artes plásticas. En ellas, desde hace mucho tiempo los artistas seleccionan muestras
de sus mejores obras. La idea se ha irradiado a otros terrenos disciplinarios y profesionales.
Fue Shulman (1999) quien a mediados de la década 1980-1990
desarrolló sus connotaciones más reconocibles dentro del ámbito de la formación y
la evaluación docentes, teorizándole e intentando una sistematización desde el punto
de vista metodológico que ha desembocado en la concepción contemporánea de
este importante instrumento.
En su versión clásica o tradicional, los portafolios se han conformado de documentos
o producciones materiales que se respaldan y se comparten en un soporte físico. Sin
embargo, desde hace algunos años se hace cada vez más frecuente una conformación
digital, como evidente respuesta a la generalización de las nuevas tecnologías de la
información, la comunicación y la expresión, lo que trae consigo indiscutibles ventajas
en términos de economía, ecología, compartición, almacenamiento y recuperación.
Desde el punto de vista del soporte en que son realizados, entonces, los portafolios
pueden ser analógicos o electrónicos -e-portafolios, como ahora se les llama-
(Gallego, Cacheiro, Martín y Ángel, 2009).
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